En esta época que nos ha tocado vivir de redes sociales, de compras por internet, de globalización… estamos despersonalizándolos a pasos agigantados. Cada vez sabemos menos de los demás, de quienes están detrás de lo que usamos en nuestro día a día, de lo que compramos y necesitamos para comer, de lo que pasa en nuestro barrio, en nuestra región, en nuestro país incluso… puesto que el exceso de informacióin que en este momento tenemos… a veces se convierte en desinformación, curiso, pero cierto.
Estamos en una época en la que el ombliguismo está en auge, porque nos importan nuestros problemas, nuestros salarios, nuestras viviendas, nuestro tiempo libre, nuestras vacunas… sin darnos cuenta que si estamos en una sociedad global como la actual deberían importarnos también quienes están detrás de los paquetese de Amazon (un transportista casi siempe inmigrante), de nuestra comida a domicilio (un rider también inmigrante), de nuestras frutas y verduras (unos trabajadores… también inmigrantes…). Es curiosa la cantidad de inmigrantes que en estos momentos sostienen nuestro estilo de vida y nuestro bienestar… sin que muchas veces dediquemos un minuto a conocer a través de los medios digitales al menos las condiciones de vida de esta gente, la de sus familias, los motivos que los hicieron al mar…
Estamos en una época en la que nos preocupa mucho nuestro entorno más cercano, lo que hacemos con la energía, con las basuras, con la mano de obra… sin tener muchas veces ni la curiosidad por saber cómo están las cosas un poco más allá de nuestras fronteras, fronteras que muchas veces no son las de un país o una región… a veces son las de nuestro pueblo, o nuestra urbanización, o nuestro círculo de amigos.
Estamos en una época en la que ya que podemos, deberíamos buscar información sobre el agricultor que cultiva nuestras hortalizas, el que recoge nuestras frutas, el que cuida los animales que nos comemos… que, en la mayoría de los casos están tan lejos de nosotros… que tal ejercicio nos obliga a salir de nuestro ombliguismo y a mirar un poco más allá…
Estamos en una época dulce para muchos, amarga para otros, una época en la que los ricos se enriquecen a pasos agigantados gracias a las crisis y en la que los pobres son cada vez más pobres y tienen que pensar que quizá vivan peor que sus padres.
Pero estamos en una época en la que también renace la esperanza, en la que los golpes de la vida puede que nos lleven a despertar de nuestros sueños cortoplacistas, en la que volvamos a creer en el poder de la palabra y en el poder de la ciudadanía y en el poder del sentido común en definitiva.
Es necesario volver a pensar que detrás de todo hay personas, con nombres y apellidos, que merecen dignidad, que merecen quizá una primera dosis de nuestras terceras y cuartas vacunas, que merecen un precio digno por su trabajo de repartidor, que merecen un salario digno por hacer crecer nuestros cultivos, que merecen ser tenidos en cuenta a la hora de pensar en el futuro desde esta época en la que nos ha tocado vivir y en la que podemos rehacer nuestro futuro.