Esta semana hemos celebrado el día mundial contra el cáncer, una enfermedad que cada vez va siendo más común en todas las familias pues podríamos decir que todos de una forma u otra tenemos cerca a alguien que tiene, ha tenido y sobre todo tendrá cáncer. La celebración de un día dedicado a una enfermedad como ésta casi nos provoca un poco de vergüenza, pero es que más allá de la medicina necesaria y de los carísimos tratamientos también necesarios el cáncer conlleva también para quien lo sufre un compromiso con un estilo de vida más saludable, más sostenible y en definitiva más feliz.
En Bio Bio Zaragoza conocemos muchos casos que han llegado a una tienda de productos ecológicos buscando una alimentación para sobrellevar una enfermedad que está llegando a los rincones más escondidos de nuestra sociedad que es nuestra casa. Muchos que llegan para buscar alimentos sanos, libres de tóxicos, integrales, con fichas de ingredientes naturales y poco elaborados, donde no haya ninguno de esos ‘E’ tan temidos por desconocidos.
La alimentación es la base de un estilo de vida saludable que está comprobado que en este momento podría evitar el 40% de los casos de cáncer actuales. Una alimentación que apueste por lo natural, por lo ecológico, por lo sostenible, por las semillas no modificadas (aunque se hable tanto también en los medios de los beneficios de la modificación genética), por las plantas como base para la curación, la relajación, el bienestar, por la vuelta a una alimentación más vegetal y menos cárnica, por la búsqueda de alternativas a los lácteos y sobre todo a los azúcares que se sabe que están detrás del cáncer pero que no impide que incluso en algunas asociaciones preocupadas por esta causa sigan repartiendo caramelos para calmar los nervios y la ansiedad.
Vivimos en un mundo en el que el estrés es el principal motor de la mayor parte de las enfermedades que padecemos y que seguramente en el futuro padeceremos en mayor proporción, un estrés en el que estamos instalados como si no fuera posible vivir de otra manera. Y es que ni siquiera un parón como el de la pandemia ha conseguido sosegar nuestra vida para conseguir como efecto inmediato una mayor salud y un mayor grado de bienestar.
Pero fundamentalmente la alimentación está en la base del cambio, aunque esto no se nota en las comidas de los hospitales, en las residencias de mayores, en las celebraciones familiares… Siempre fue la clave de una buena salud y a pesar de ser quizá el aspecto que se lleva la mayor parte del presupuesto familiar no parecemos ver más allá y seguimos consumiendo azúcares, alimentos procesaros, comidas preparadas, carnes y pescados que han sido alimentados con una carga muy importante de medicamentos, frutas y verduras cargadas de químicos y pesticidas claramente enemigos de la vida.
Una nueva alimentación es posible para un mundo en el que parece que las cifras apuntan a un aumento de casos de cáncer, casos que curiosamente crecen conforme las sociedades van siendo más opulentas, más dependientes del estrés para organizarlo todo, más urbanas y menos rurales, más digitales y menos orales.
El objetivo de la felicidad debería ser el primer objetivo del milenio, quizá el que mejor engloba todos los demás, pero estamos lejos de conseguir este objetivo.
Celebrar el día mundial contra el cáncer debería ayudarnos a compartir esperanzas, visiones positivas, cambios de hábitos, transformaciones personales… Necesitamos volver a vernos, a hablar más, a disfrutar más, a parar más, a acompañar a nuestros hijos al cole, a pasear una hora cada día, a regresar a casa antes de la noche, a pensar en los demás a la hora de decidir nuestros momentos de ocio… Porque el día contra el cáncer debería ser el día a favor de la amistad, de la familia, de la espiritualidad, de las cenas ricas, de los paseos, de los niños, de la educación, del hogar, de la vida feliz en definitiva.
Y en esta aventura te podemos acompañar… las tiendas ecológicas especializadas, el buen humor del que habla Lumera en su libro ‘Biología de la gentileza’ y deshaciéndote del miedo para unir la cienca con la parte invisible de sanar como dice Beatriz Abadía en su libro ‘Reprograma tu salud’.