Termina el curso escolar y comienza la búsqueda de alternativas vacacionales para los niños que no queremos que acaben consumidos por la tele y los videojuegos (cosa difícil en estos momentos). Termina un curso que algunos pensaron no empezar, que algunos veían con temor un curso en el que ha habido idas y venidas, clases presenciales y clases online, un curso en el que los niños no han jugado con pelotas en el patio, en el que han vivido los recreos confinados en pequeños espacios… para que al final viéramos que la incidencia de este virus en los pequeños y jóvenes es muy pequeña.
Los niños que hoy terminan el curso fueron injustamente acusados de haber infectado a los abuelos, abuelos que este año no han llenado tanto las salidas de los colegios, no han hecho tanto de canguros, no han paseado tanto con los pequeños, no han visitado tanto los parques… abuelos que han deseado una y mil veces que esto fuera una pesadilla porque se les ha robado más de un año de nietos, de juegos, de cuentos, de historias… y algunos todavía no lo están recuperando.
Termina un curso marcado por las mascrillas, por niños y jóvenes que han cumplido las normas más que bien, que han sabido estar, que han sabido renunciar a lo más preciado de un niño y un jóven… los abrazos, el contacto, los juegos, las bromas, los abrazos, los cumpleaños compartidos, los partidos dentro y fuera del cole, las burlas y caricaturas…. cuántas cosas se han perdido.
Y una de las cosas de las que este año se ha hablado mucho en el colegio y se seguirá hablando, ha sido también el tema de la ecología, el cambio climático, los objetivos de desarrollo sostenible… igual que ocurrió con el reciclaje hace años estos niños crecen con una idea clara sobre las energías limpias, el ahorro energético, el ahorro de agua, el cuidado del planeta… y no son pocos los que tienen huerto en su colegio, y hablan, debaten y desarrollan actividades relacionadas con la naturaleza. El virus nos ha hecho penar mucho en todo lo que nos rodea… alguna cosa buena nos tenía que traer también y no me quiero poner a filosofar.
Seguramente uno de los destinos de algunos pequeños sea este año un campamento, un campo de trabajo que, aunque lejos de la normalidad de una acampada en tiendas de campaña con fuegos de campamento y actividades de senderismo… no dejaran de dibujar en sus mentes un futuro diferente, más ecológico, más sostenible, la palabra mágica a la que el coronavirus no ha conseguido robarle todo el protagonismo y toda la importancia.
Termina un curso de lo más extraño, un curso que algunos no querían empezar, un curso en el que desgraciadamente muichos niños se han vuelto más hacia dentro, más callados, más dependientes de las tecnologías… temidas tecnologías para muchos padres, un curso difícil para los más difíciles y especiales, un curso que muchos querrán borrar del curriculum pero que para otros marcará una época… la de quienes vivieron en el cole y en casa el curso 20-21, ese que nunca debió llegar.
Terminamos el curso y en verano, en las playas en las montañas en los campings, en los hoteles… no dejemos de hablar de la sostenibilidad, del medioambiente, del cambio climático, de la conservación de nuestro entorno, del ahorro energético, del ahorro de agua… y de lo afortunados que han sido por vivir en un país como el nuestro… pues, aunque no sea noticia, niños colombianos no terminarán este curso porque nunca lo empezaron y como ellos cientos de millones en todo el mundo. Son las grandes lecciones que los padres tenemos que repasar en verano, una vez termina el curso para que nuestros hijos dibujen un mañana… más de todos.
Feliz semana para todos. Un fuerte abrazo a todas y todos!!