Ellas son las protagonistas primeras y más grandes de nuestras vidas y es que de alguna manera la vida de cada uno de nosotros gira en torno al género femenino, el de quienes nos dieron a luz y nos cuidaron, el de quienes nos enseñaron muchas de las cosas que ahora son los pilares de nuestras vidas, el de quienes nos amaron hasta el extremo. Porque una madre… cuida, enseña y ama.
Aunque también es cierto que la vida casi nunca es un cuento de hadas: en ocasiones fueron ellos los protagonistas y con dolor se tiene que afirmar que hay muchos pequeños crecieron sin referentes en el cuidado, en la enseñanza de las cosas fundamentales y en el amor también.
Pero es cierto que cuando hablamos de nutrición, de salud, de cuidado, de ecología, solemos encontrar mujeres que marcan pautas, que promueven nuevos caminos, que dan a luz nuevas ideas basadas en el cuidado y en el amor, pautas, caminos e ideas que cambiarían el mundo de tener más voz muchas veces.
La alimentación es uno de los campos en los que son ellas las protagonistas en la sombra; sus manos, sus recetas, sus consejos, sus cuidados, asaltan muchos de nuestros recuerdos en los que hemos aprendido a batir un huevo, a preparar la masa de un bizcocho, a trocear unas frutas, o a preparar un flan. Ellas son el recetario siempre vivo al que acudimos de vez en cuando para sorprender a unos amigos, a nuestra pareja o a nuestros hijos. Ellas son la preocupación continua por conseguir no sólo alimentar sino nutrir para hacer crecer.
Son ellas las que suelen acercarse a procurar la comida, después del trabajo, con la cabeza ocupada en mil y una cosas, para buscar lo mejor para cada uno, para preparar la alimentación del cuerpo sin olvidar la del alma, para buscar la mejor calidad y el producto más sabroso que agrade a todos.
Son y han sido siempre ellas las que en todas las épocas han buscado darnos lo mejor según las circunstancias y han sido capaces de no comer ellas para que comiéramos nosotros. Son y han sido ellas las expertas en nutrición elaborando lo mejor con lo que había en cada momento.
Las madres y la comida han estado siempre unidas, quizá porque la mayor parte de nosotros pasamos los primeros años unidos a un pecho que nos proporcionaba sin saberlo lo necesario para crecer fuertes, sanos e inteligentes.
También en el campo hay muchas mujeres aunque no siempre en primera línea. Mujeres valientes, responsables, dueñas de la tierra y del futuro. Mujeres guerreras, convencidas, constructoras del mejor futuro para todos. Mujeres consecuentes, comprometidas e incansables. Mujeres y madres en definitiva.
Celebrar el día de las madres es celebrar mucho más que sus vidas. También es celebrar las nuestras.