La ecología se escribe en femenino

Es habitual que todos hagamos alusión a las comidas de nuestras madres o nuestras abuelas cuando buscamos el sabor original de nuestra infancia, de nuestro pueblo, de los momentos familiares a los que siempre volvemos cuando queremos sentirnos en casa. Pero las madres, las abuelas, ellas, son mucho más que cocineras de nuestros sueños, también son las precursoras de la ecología, del aprovechamiento, de la reutilización, de los productos de proximidad más auténticos, de los productos menos procesados, del pan con sabor a pan… porque la ecología se escribe en femenino.

Si la ecología quiere hacer sostenible nuestra historia, nuestra forma de vivir, nuestro entorno, nuestro crecimiento… tenemos que reconocer que son ellas las que más saben de sostenibilidad, las que más piensan en el futuro, quizá porque son las que dan a luz a una vida que quieren que ilumine durante muchos y muchos años.

Entre las propuestas ecológicas más sobresalientes en nuestra región y en nuestro país, que hay muchas, aunque no con demasiada acogida, encontramos muchas mujeres emprendedoras, empresarias, preocupadas por la sostenibilidad, el sabor, la vuelta a los orígenes, la cosmética responsable, el cuidado de los más pequeños… Y hasta podríamos decir que en el campo también sobresalen ellas a la hora de buscar modos de producción más sostenibles y respetuosos con el medio.

Además normalmente son ellas las que acaban liderando los ministerios relacionados con la ecología, ministerios considerados de segunda fila que en estos momentos se han convertido en verdaderos motores de cambio, de progreso y de futuro. Ellas lideran, negocian, sueñan… para que todos ganemos con sus proyectos.

Ellas hacen las cosas de otra manera, siempre lo han hecho, ellas cuidan a los suyos de otra manera, no saben hacerlo de otra manera, ellas miran el futuro con otros ojos quizá por ser las responsables de las vidas futuras, esas que seguro que pensaran el medio ambiente de forma totalmente distinta a como lo pensamos hoy.

Celebrar el día de la mujer es agradecer la historia que construimos juntos, una historia que sabe a guiso elaborado a fuego lento con los mejores productos de la huerta con todo el mimo que una madre sabe poner en el fuego y con la ilusión de cuidar nuestra tierra, nuestra casa, para que dentro de muchos años sigamos disfrutando de ella tanto como lo hacemos hoy.

La ecología se escribe en femenino como no puede ser de otra manera, como se escriben la maternidad, la ilusión, la vida y la lucha en la que todos debemos comprometernos para conseguir que nuestros hijos e hijas vivan como lo hacen en nuestros mejores sueños.