Es evidente que en un mundo en el que la mayor parte de sus habitantes viven en las ciudades, no podemos imaginar que la comida llegue hasta nuestra casa sin intermediarios. Podría llegar al 1% de las casas, quizá ni eso, pero desde luego nunca a la mayoría de ellas.
Las tiendas son los últimos intermediarios, necesarios para dar luz y color a nuestras calles, nuestros barrios, para poder comprar aquello que necesitamos a última hora cuando se nos han apuntado dos más a cenar…
A las tiendas llegan los productos desde un distribuidor, a veces directamente desde un productor, aunque para eso… tenemos que buscar productos que vengan de lugares cercanos. Pero con productos que llegan de lugares cercanos… difícilmente vamos a poder comer lo que comemos habitualmente: pensemos en el café, en el azúcar, en los zumos de frutas tropicales, en los cereales…
No hay que pensar que los distribuidores o los intermediarios son malos. Porque normalmente no lo son.
El problema viene cuando algunos distribuidores pretenden calcular el precio que se paga en origen, a los productores que estos días salían a las carreteras con sus tractores, partiendo del precio que supuestamente el consumidor estará dispuesto a pagar en una tienda, normalmente en este caso se trata de un súper.
Y así, si queremos pagar 80 céntimos por una lechuga… nos daremos cuenta que a veces al productor le llegarán 15 céntimos… lo mismo ocurre con la leche, con la carne, con los huevos…
La clave sería poner el precio final partiendo del precio del productor que según la ley no debería vender a pérdidas (lo dice una ley). Así si el productor considera que una lechuga tiene que venderse por 50 céntimos… necesariamente la tendremos que vender en un súper por 1,20… por ejemplo.
Otro tema será ver si todos pueden pagarla, si hay que ayudar a quienes no pueden, si hay que promover ayudas para la compra de verduras (como en su día para la compra de discos o libros)…
Intermediarios, consumidores, productores… no son los malos… nos estamos equivocando mirando en el lugar inadecuado.
El problema es desde dónde se marca el precio. Y si existe una ley que impide vender por debajo del precio de coste… necesariamente debería marcarse desde abajo… qué distinta sería la vida de todos si siempre hiciéramos las cosas así.