Necesitamos una transformación a la agroecología urgente y eficaz

En menos de dos semanas se celebra en Barcelona la 30 edición de la Feria BioCultura… y queremos animaros a visitar esta feria que organiza la Asociación Vida Sana con unos extractos de una entrevista con Ángeles Parra, directora de esta Feria, una mujer que lleva toda una vida trabajando por la agroecología, por la salud, por el medioambiente y por la justicia social. Este año con el lema “Sitopía” (del griego sitos -alimento- y tópos -lugar-), la feria se enfocará en cómo los alimentos y los hábitos de consumo pueden proteger el mundo y dibujar escenarios menos (o no) distópicos.

Después de más de 40 años de lucha, sigue siendo muy necesaria una revolución agroecológica. La agroecología es capaz de solucionar muchos de los problemas a los que nos enfrentamos como sociedad. Necesitamos una transición hacia la agroecología rápida y eficaz. De lo contrario, las generaciones venideras van a sufrir mucho y vivirán en una distopía continua.

La RELOCALIZACIÓN


¿Sin relocalización no hay futuro?
Sí. La globalización neocapitalista ha traído muchos problemas al mundo. Necesitamos darle la vuelta a la tortilla. Al menos, para todos aquellos productos (en lo alimentario, por ejemplo) que pueden producirse localmente. Por eso hacemos mucho hincapié en la feria en que, en la medida de lo posible, el producto sea ecológico y de proximidad. Para cerrar el círculo de la ecología. Necesitamos un mundo sano, con un clima estable, con una sociedad solidaria y unos paisajes bellos y culturalmente arraigados al territorio. Justo todo lo contrario de lo que propone la globalización, que sólo globaliza el sufrimiento y la destrucción. Llevamos 40 años con BioCultura Madrid difundiendo este mensaje. Y 30 en Barcelona. Al principio, todo el mundo nos tildaba de “locos” y de “iluminados”. Hoy, las grandes empresas piratean nuestro discurso pero no para seguirlo al pie de la letra, sino para su “greenwashing” o “lavado de cara verde”.

EL MUNDO “BIO”, EN TRANSFORMACIÓN


¿El mundo “bio” se encuentra en una profunda transformación?
Sí. Al principio, la gente que estaba al frente de las empresas del sector, de los cultivos, etc., era gente muy activista. Hoy, la profesionalización le ha vencido al corazón. El sector está capitaneado por una generación de personas que no vivieron los principios de esta revolución y que, aunque valoran el hecho de trabajar en un universo que crea impactos positivos, tienen muy claro que todo esto tiene que ser además rentable y aspiran a tener todos unas cuentas bien saneadas. Yo echo de menos, en cierta forma, el ambiente más “rebelde” de los orígenes. Efectivamente, el mundo, en general, se está transformando, y todo lo que acontece en el mundo “normal”… le afecta también al universo orgánico. Pero hay que ver siempre el vaso medio lleno. Es muy positivo que haya tanta gente joven en el sector ecológico con tantas buenas ideas en la gestión del día a día de sus empresas y tan bien preparados con másters, idiomas, digitalización de procesos, etc.


LUCES Y SOMBRAS
Si pudieras cambiar algo de esta lucha tuya por la agroecología, ¿qué cambiarías?
En todo camino hay luces y sombras. En esta vida algunas personas que se ubicaron en el sector “bio” más para satisfacer intereses personales de poder que para trabajar por el bien común y la regeneración… me decepcionaron enormemente. Pero estas crisis también te ayudan a crecer y a aprender que no hay más límites que los que te pones tú mismo. Al final, te quedas con lo mejor y lo demás lo vas olvidando. Al mismo tiempo, he vivido una gran cantidad de momentos bellísimos en esta trayectoria. He compartido de tú a tú conversaciones muy profundas y reveladoras con gente como Vandana Shiva, Edward Goldsmith, Xosé Bové, etc. Y en nuestro país, mi amistad con Nicolás Olea, Joaquín Araújo, Carlos de Prada, Dolores Raigón, y tantos hombres y mujeres (imposible citarlos a todos/as) que han vivido por y para denunciar todo lo que hace mal la gran industria química… es un bonito regalo que me da la vida.