La tradición de la ofrenda de flores a la Virgen del Pilar comenzó a fraguarse allá por el año 1954 en el que un grupo de valencianos hicieron la primera ofrenda copiando la que se realizaba en Valencia a la Virgen de los desamparados desde el año 1945. Así que vino de Valencia una tradición que hoy consideramos casi exclusivamente nuestra… una tradición que en Zaragoza comenzaría en 1958 en el que dos carrozas llevarían claveles a la Virgen adquiridos por el ayuntamiento de Tortosa. Una tradición de flores y frutos.
Eran otros tiempos, los 2000 oferentes del año 1958 se han convertido en más de 200.000 los que llegan el día 12 de octubre para ofrecer a la Virgen del Pilar los frutos de la tierra, pues las ofrendas religiosas suelen estar ligadas a la tierra, a la agricultura: el día 12 son las flores, pero el día 13 son los frutos los que se le ofrecen a la Virgen que en este caso (no así en el de las flores que son beneficios para los y las floristas exclusivamente) sí que van destinados íntegramente a personas pobres de la ciudad que a través de instituciones reciben estos alimentos.
La Virgen del Pilar es un imán para todos los aragoneses, un imán que va más allá de nuestras fronteras. Una tradición muy ligada a una tierra que ahora no conocemos como antes, pero que sigue siendo la fuente de nuestras ofrendas de contenido más o menos religiosas a una Virgen que se apareció a orillas del Ebro y que desde entonces atrae a creyentes, agnósticos y también a algunos ateos confesos a acercarse al Pilar con flores, con frutos, con trajes tradicionales… como queriendo volver a una época en la que se vivía de otra manera, se creía de otra manera, se pensaba en el mundo y en la política de otra manera.
Pero también hay muchos paralelismos entre aquellos años y los actuales porque a pesar de las ofrendas que año tras año llegan a la Virgen del Pilar… sigue habiendo pobreza, dictaduras, guerras, machismos, abusos… y como por aquel entonces muchos agricultores dan de comer a las gentes que en las ciudades controlan los dineros y los beneficios de una sociedad que tampoco hoy piensa en quienes viven, cultivan y sufren la tierra.
Volveremos ofrecer flores a María, aunque habría que pensar qué mensajes deberían esas flores para conseguir entre todos a base de mucho repetir, un mundo mejor para todos, para los que pasarán por el Pilar estos días y para quienes pasarán, también, en los pensamientos, oraciones y súplicas de quienes pasarán este año por esta ofrenda entre quienes habrá ucranianos, quizá también algunos rusos, viudas que este año no podrán calentar su hogar, familias que esperan un desahucio, familias con todos sus miembros en paro, inmigrantes embarcados en el mediterráneo un día cualquiera… Porque si algo hay en esta ofrenda de frutos y flores más allá de los frutos y de las flores son muchos deseos callados de que algo que no funciona a nuestro lado cambie para siempre.
Felices fiestas del Pilar, con flores, con frutos, con la tierra como protagonista, una tierra que desde el año 1958 no deja de sufrir las consecuencias de un cambio climático que puede que un día convierta esta celebración en virtual no por gusto… por necesidad.