Estamos en un momento curioso en cuanto a la alimentación se refiere. Los políticos hablan mucho de alimentación, hasta llegar a permitir comer insectos y eso nos lleva a pensar en lo importante que es este sector para los políticos por sus inversiones, por sus puestos de trabajo, por sus influencias, cómo no, en las futuras campañas electorales.
Empezaron diciéndonos que había que comer menos carne para luchar contra el cambio climático, aunque al mismo tiempo se promovían las macrogranjas, se traían a nuestra tierra inversiones de comunidades vecinas para llenar de granjas porcinas zonas bastante despobladas… como si el insistir en la menor ingesta de carne no fuera a influir en la gran producción que está en manos de productoras nacionales. Llevamos meses hablando de la subida del precio de los alimentos hasta que se ha tomado la medida de eliminar un IVA a los productos básicos que en el mejor de los casos puede conllevar un ahorro de unos 6 o 12 euros al mes en una familia media. Pero el colmo de todo esto ha sido la insistencia con legislación incluida en introducir los insectos en nuestra dieta a través de harinas que serán introducidas en las interminables listas de ingredientes de algunos productos alimenticios que ya de por si son bastante llamativas.
Introducir los insectos parece que ya es un hecho, pero lo que es curioso es que leyendo las etiquetas nos podemos encontrar con curiosidades muy llamativas como el que en los ingredientes de un chorizo ibérico tengamos leche desnatada, azúcar, dextrosa, leche en polvo… además de saborizantes, colorantes, impulsores del sabor… y ahora además habrá que descubrir los insectos como nuevos ingredientes de la nueva cocina, ingredientes de los cuales todavía no sabemos las consecuencias de su introducción en nuestra dieta.
La alimentación es un gran negocio, no tenemos más que ver cómo los dueños de los grandes supermercados que ahora se presentan como sostenibles, verdes, responsables… aumentan año tras año sus beneficios, sobre todo cuando peor van las economías familiares. Grandes marcas nacionales o extranjeras que seguramente ya estarán pensando cómo introducir los insectos en sus estanterías si esto les abarata los costes y les aumenta los beneficios.
Afortunadamente la alimentación ecológica va por otro lado, sus etiquetas son claras, concisas, sencillas, al leerlas no te llevas sorpresas y curiosamente en esta época de crisis y de subidas de precios apenas han variado sus precios de venta aunque por ello algunos de nosotros hayamos visto mermados nuestros escasos beneficios.
Es sorprendente que ante anuncios como los de los insectos en estos días nadie levante la voz, nadie pida explicaciones, todos entiendan que, como tantas cosas durante los últimos años, seguro que nuestros legisladores lo hacen pensando en lo mejor para todos nosotros y sobre todo para todos ellos.
Parece que necesitamos volver a nuestros orígenes en los que las legumbres y las verduras, las carnes y los pescados, las frutas y los lácteos eran la base de una alimentación que nos hizo fuertes aunque no lo suficiente como para dejarnos colar este gol que las industrias alimentarias nos acaban de meter sin tener muy claras las consecuencias.