El cierre de una tienda ecológica en Zaragoza, La Natural, que supuso en su día un cambio en la forma de presentar los productos ecológicos, de promover el consumo ecológico, de fomentar el compromiso con la ecología a través de la venta de productos con certificado ecológico de la huerta de Zaragoza, de Aragón y de todo el país, ha sido un duro golpe para el consumo ecológico en nuestra ciudad.
Las tiendas ecológicas especializadas tenemos una gran trayectoria aunque ha sido en los últimos 10 o 15 años cuando realmente han crecido al poder mostrar no sólo productos frescos de la huerta cercana, sino al poder ofrecer toda una gama de productos alternativos a los productos convencionales, al poder ofrecer a un consumidor todo aquello que puede necesitar para alimentar a su familia… pero con sello ecológico.
Durante años las tiendas ecológicas especializadas han ido introduciendo productos y productos, hasta conseguir hacer de estos productos de calidad, productos exquisitos, productos excepcionales no sólo por las condiciones ecológicas del mismo sino también por su sabor. Y ahora después de muchos años son las grandes superficies las que quieren aprovechar el tirón y se suben a un tren que ya está en marcha disminuyendo la calidad, aumentando el beneficio y consiguiendo un producto sobre todo de marketing… pero ecológico.
No deja de ser curioso que estas grandes superficies hayan conseguido subir las ventas de los productos ecológicos en los últimos años hasta multiplicarlas por cuatro… cuando en realidad se trata de modelos de negocio que consiguen sus beneficios a través de un modelo de negocio que precisamente promueve la comida basura a través de una forma de producir en origen que está muy lejos de la sostenibilidad y de la conservación del medioambiente. No deja de ser curioso.
Las tiendas especializadas queremos tener nuestro espacio, el de aquellos consumidores que quieren hacer del momento de la compra un momento de relax con música de fondo, un momento en el que obtener información sobre los productos, sus productores, sus procesos, un momento en el que encontrarse con personas que hablan tu mismo lenguaje, que te pueden proponer una nueva receta, que te descubren un nuevo cereal, que te recomiendan un nuevo producto vegano o que te descubren por qué los productos ecológicos valen lo que valen y por qué su precio está mucho más cerca del precio real, como reales son las manos que trabajan el pan, que cuidan los animales, que miman los cereales, que cultivan las frutas.
Pero es importante que las tiendas especializadas no desaparezcan para seguir descubriendo productos, para seguir promoviendo otra forma de consumir, de comer, de vivir, para seguir dando a conocer el trabajo de muchos productores y productoras que en realidad son los verdaderos defensores del medioambiente y constructores de una nueva relación con la madre tierra. Productores y productoras que, por otra parte, lo tienen casi todo en contra en una región como la nuestra donde hace poco cerraron la única granja de pollos ecológicos de Aragón por problemas burocráticos (mientras se promueven macro-granjas y macro-mataderos cuyos fondos son de dudosa procedencia), donde sólo tenemos un par de producciones de huevos ecológicos, donde la mayoría del cereal es no sólo de producción convencional sino transgénico, donde sólo dos productoras elaboran pastas y chocolates ecológicos…
Hoy que valoramos tanto la salud a causa de esta maldita pandemia que se ha colado en nuestro día a día deberíamos dedicar algo más de tiempo a pensar en nuestra alimentación, en nuestra forma de producir, de consumir, de cocinar, de comprar… y las tiendas ecológicas queremos ser esos espacios de tranquilidad, de información, de descubrimiento, de conocimiento. Pero sólo lo seremos si los consumidores quieren que sigamos ahí.