El escenario bélico y post pandémico en el que vivimos, bombardeados también aquí por publicidades, análisis y debates que apelan a la responsabilidad personal por encima de la responsabilidad de nuestros gobernantes… no puede ocultar la crisis ecosocial en la que vivimos. La guerra y la pandemia han puesto de manifiesto los límites materiales del sistema y al mismo tiempo evidencia de que la globalización económica y productiva en realidad sirve de muy poco a la mayoría de los habitantes del planeta tierra.
El otro día leía en un artículo que en Cataluña la población activa agraria representa un 2% del total. Un dato que impide de raíz hablar de soberanía alimentaria. Si en España en el año 1955 el 45% de los ocupados estaban en el sector de la agricultura y ganadería… en este momento no llega al 4%. Un descenso preocupante cuando nos damos cuenta de que en estos momentos el campesinado ve que no tiene relevo generacional por lo que nuestra alimentación se puede ver en muy poco tiempo abocada a las mayores especulaciones que jamás conocimos. El efecto de una buena idea como fue la globalización, puede atisbar de alguna manera el fin de nuestras relaciones comerciales tal y como las conocemos.
El sector agroalimentario vive momento muy delicado, pero tenemos que saber que los campesinos junto con el sector ecológico y las multinacionales alimentarias… vamos en barcos diferentes. Mientras el agricultor y el ganadero ven cómo suben sus gastos, se incrementan sus costes sin subir sus precios y muchas veces trabajando a pérdidas… el sector agroalimentario representado por las grandes cadenas no deja de aumentar sus beneficios a base de olvidarse de quienes tiene abajo que además son imprescindibles, e incluso olvidándose de los límites ecológicos del planeta.
Es posible que tengamos que decrecer, que tengamos que ser conscientes de los verdaderos precios de los alimentos, que tengamos que exigir precios dignos a los productores aunque eso suponga subir los precios de nuestros alimentos. No es posible que el otro día un productor de Zaragoza nos dijera que lleva 10 años vendiendo la acelga y la borraja al mismo precio y eso que podemos presumir de tener una de las mejores borrajas de toda la ciudad. Defender el trabajo agrario aquí en nuestro país, resulta imprescindible para poder asegurar una alimentación segura y sana en el futuro en nuestros pueblos y ciudades. Y, aunque los agricultores y los ganaderos empiezan a movilizarse… necesitan contar con los consumidores para poner en valor su trabajo y para que el futuro del campo más allá de 20 años sea posible.
Vivimos tiempos difíciles en los que el ambiente bélico y pandémico parecen ocultar los entresijos de una sociedad rota por muchos lados y que necesita ser reparada mirando nuestra realidad más cercana y dejando a un lado la globalización que… no es capaz de soportarlo todo.
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