Cada semana hablamos y nos intercambiamos correos con los eslabones más débiles, con productores y productoras de pequeñas o medianas empresas ecológicas para hacer pedidos, para preguntar por el estado del campo, por la subida de precios, por el volumen de pedidos… nuestra relación con los productores ecológicos con los que trabajamos en nuestra tienda es fluida, basada en el conocimiento, la confianza y el respeto. Preguntamos, les presentamos nuestras quejas, les trasladamos las opiniones de los clientes sobre los productos e incluso nos atrevemos a plantearles novedades que suelen ser deseos de tener productos que hemos visto muchas veces en internet pero servidos por nuestros proveedores más cercanos.
Nuestra relación con ellos y ellas va mucho más allá de la mera compra semanal, hay una relación muchas veces de afecto, de respeto por la forma como tratan los productos que hacen y sus materias primas, ya sean las harinas de una panadería, las aceitunas de un campo del Bajo Aragón que se convertirán en estupendos aceites, las vacas y cabras cuyas leches se convertirán en ricos quesos y yogures, las gallinas que viven en libertad y nos dan huevos todas las semanas… las semillas seleccionadas y escogidas para producir los mejores tomates, pepinos, acelgas, borrajas… Porque cuando sabes cómo realizan sus procesos hasta llegar el producto a nuestra tienda… simplemente sientes respeto y admiración y más en estos momentos.
También tenemos trato directo con distribuidores de productos lo más cercanos posibles con los que hablamos de marcas, productos, precios… nos ayudamos cuando las cosas no van bien y celebramos cuando las cosas van mejor. Hemos pasado unos años muy difíciles para todos, y la actual subida de precios de los insumos también nos hace vivir un momento delicado a todos los que nos dedicamos a este sector tan difícil como es el de la alimentación ecológica.
Nuestra cercanía y conocimiento de los escasos eslabones de la cadena que une el campo o el obrador con nuestra tienda son los que nos están permitiendo contener los precios y aplicar subidas similares a las de otros años. Vivimos en una burbuja en la que no se regatean los precios, no se compra a gran escala, no se compra a futuro… vivimos en una burbuja donde todos nos ayudamos, nos entendemos y remamos en la misma dirección.
El sector de la alimentación está en crisis, la lucha por el menor precio y el debate público sobre el precio de la alimentación han dejado atrás el interés por la calidad del producto, por la cercanía, por el sabor, por las cualidades nutritivas para nosotros y para los nuestros… Estamos en un momento en el que los análisis de la alimentación se basan en el precio que en general está por las nubes sin pararse a pensar en el qué comemos y cómo lo comemos cuando realmente ahí está la verdadera cuestión. Cuando conoces a quien produce lo que vendes en la tienda, cuando llamas al que te trae los huevos por su nombre, cuando preguntas por la salud de la familia del productor de aceite, cuando te agradecen cada día el que abras la persiana para vender con mimo productos tan especiales como son los productos ecológicos… ves la realidad, y la crisis y el momento actual de manera muy diferente. Los eslabones más débiles de la cadena, los más cercanos al origen, son los más importantes, también los más débiles, pero sobre todo son los que dan valor a los productos que luego vendemos con mucho cariño en nuestra tienda: una pequeña tienda ecológica de barrio que no puede luchar contra los grandes pero que abre cada mañana la persiana pensando en los que ordeñan, elaboran, cultivan, amasan, vendimian, cocinan, embotan… lo mejor de la tierra para las mejores familias de la ciudad.