Celebrar en navidad está unido a comidas, dulces, bebidas, excesos, platos típicos que se suelen hacer sólo por navidad… Somos un pueblo al que le gusta celebrar y celebrando la vida, qué otra cosa es la navidad, se llena de vida, de risas, de abrazos, de dulces, de besos, de regalos, de comidas, sobre todo de comidas.
Celebrar la navidad se celebra siempre en torno a una mesa, una gran mesa, la mesa en la que se recuerda la infancia, en la que se habla del pasado y del futuro, la mesa de la madre, de la suegra, del hermano, del hijo… Celebrar la navidad es volverse hacia el núcleo familiar en el que uno nació precisamente por estar celebrando eso, un nacimiento.
Celebrar la navidad es algo excesivo, como si al terminar el año necesitáramos ver la vida de otra manera, sentirnos más elegantes, más ricos, más familiares, más espléndidos, más detallistas… muchas veces lo contrario a lo que resultamos ser durante el resto del año.
Y tras la celebración queremos volver a la vida sana, a la dieta, a las comidas sin vino y desde luego sin cava, a las mesas monótonas del día a día… cuando realmente hemos salido de nuestra rutina quizá para beber más y comer más pero sobre todo para ser más auténticos, más graciosos, más detallistas, más familiares.
Los excesos en navidad no siempre son malos, muchas veces son muy buenos, y sin embargo en estos días todos vuelven al gimnasio, se van a la cama sin cenar o dejan de alternar durante unas cuantas semanas con los amigos.
Pero nunca terminamos las navidades para volver a lo que fuimos antes, siempre queda una conversación pendiente con un hermano, con un padre, con un hijo, siempre queda el deseo de volvernos a juntar de nuevo durante el año, la idea de decorar las mesas como si siempre fuera navidad o de permitir que las ilusiones de los más pequeños organicen nuestra jornada y no sean sólo un momento de pausa en medio de nuestra rutina.
Las operaciones DETOX, los regímenes post navideños, la vuelta al gimnasio pueden ser muy buenos y hasta necesarios pero sólo si no apagan totalmente los excesos a los que nos hemos acostumbrado en estos días, algunos de los cuales deberían volverse cotidianos.
La alimentación, la comida, la bebida, la mesa es el centro de cualquier celebración entre nosotros, pero sobre todo de las celebraciones navideñas y de fin de año. Todo el planeta vive estos días como excepcionales y quizá por eso sean días tan especiales y tan esperados durante el resto del año.
Al fin y al cabo la navidad no la han hecho los alimentos concretos que han llenado más o menos nuestras mesas sino más bien el modo como hemos hecho de alimentos muchas veces cotidianos los ingredientes del menú más caro de la ciudad. Esa es la actitud y no deberíamos apagarla con un régimen, una dieta o un gimnasio.
Lo importante es la actitud que durante estos días hemos mantenido con todos y en casa. Una actitud de la que viviremos el resto del año.