En estos días la cesta de la compra, esa que estamos acostumbrados a hacer todos menos quizá los que tanto hablan de ella, está de moda. La cesta de la compra es en estos momentos una forma de conseguir que todos tengan acceso a lo más básico para pasar la semana o el mes. La cesta de la compra es la clave ahora que se ha encarecido el combustible, la luz, el gas, hemos perdido poder adquisitivo, no nos han subido el sueldo y de la subida anual de la pensión… mejor ni hablamos por vergüenza.
Parece que la clave está en conseguir una cesta de la compra básica para que todos puedan acceder a ella. Pero cuidado… cuando decimos todos y cuando piensan en todos… es que son todos porque uno podría comprar la cesta básica y luego comprar otra de bebidas, o de carne, o de pescado, o de patatas fritas… y esto, la verdad, no parece muy serio.
Pero lo curioso del asunto es que los responsables de hacer esta cesta básica no es el gobierno bajando el IVA, no es el gobierno subvencionando parte de la luz de los establecimientos, no es el gobierno, son los grandes centros comerciales porque pueden hacerlo y porque ‘deben’ arrimar el hombro en un momento como el actual…, al parecer como lo deben arrimar los bancos (que bajen las comisiones), los ayuntamientos (que bajen el precio que se paga por el agua que todavía es un bien más básico y un derecho de todo), los gobiernos autonómicos (que bajen las cuotas de las guarderías…). Pero es que resulta que esa supuesta cesta la podrían ofertar los grandes centros comerciales, no los pequeños comercios que no obstante están comprometidos, y nos consta, para que la subida de precios no llegue del todo al consumidor final evitando incluir en los márgenes actuales muchas de las subidas que bien seguro estarán contabilizando esos grandes centros comerciales (hablamos de la subida de la luz, del combustible, del gas…).
El tema no va por ahí. La capacidad de resiliencia (palabra venida a más en los últimos años) del ser humano y del consumidor por lo tanto, es la que permite que en muchas casas se estén cambiando los hábitos de consumo, disminuyendo el consumo de carnes y pescados y aumentando el de legumbres y hortalizas, consumiendo sólo productos de temporada (aunque la temporada sea monótona), reduciendo el consumo de leche, disminuyendo el consumo de alimentos ultraprocesados. Porque hablar de la cesta de la compra en estos momentos debería pasar por hablar de algunos temas que nadie quiere tocar. Y porque quizá no sean los grandes supermercados el lugar ideal para conseguir que una familia se centre en lo esencial cuando esos lugares de consumo están pensados precisamente para caer en las redes del consumismo que es lo que por otra parte hace a sus propietarios cada vez más ricos.
La alimentación debería estar por encima de muchos otros intereses del gobierno. Creemos que bajar los tipos de IVA sería una buena medida. Creemos que bonificar a las familias con menores rentas a través del IRPF también sería una buena medida. Pero pensar que el café para todos o la cesta básica para todos puede resolver el problema de algunas familias igual es ser demasiado ingenuo. O quizá es que los que se reúnen para hablar de la cesta de la compra estos días son precisamente los que no la hacen y eso sí es grave.