Hacía demasiado tiempo que no asistíamos a la protesta popular en la calle con el consecuente malestar que ocasiona una protesta como la que están llevando a cabo los camioneros en las calles de nuestro país. Hacía mucho tiempo, desde que llegó la pandemia, que no se acostumbraba a protestar de esta manera a pesar de que motivos los hemos tenido.
Esta semana un grupo mayoritario de camioneros de nuestro país, los autónomos, los que no pertenecen a ninguna gran empresa pero mueven los camiones de muchas grandes empresas, los que no tienen nómina fija pero trabajan fijo 25 días al mes, han sido acusados de muchas cosas, pero hasta el momento nadie se ha sentado a hablar con ellos… y han paralizado los mercados, las mercancías, los piensos, los repartos… muchas cosas se han parado y… aunque hacía mucho tiempo que no acostumbrábamos a ver este tipo de acciones en nuestro país… hay que reconocer que uno asiste a ellas con cierta alegría, la verdad.
Pero no sólo han sido los camioneros, los agricultores ya habían pensado protestar incluso antes de iniciarse la guerra en el granero de Europa, granero al que muchas grandes empresas van a buscar grano despreciando a veces el grano que también aquí se produce, aunque a otro precio, claro. Y este domingo han ocupado las calles de Madrid para pedir que el campo se tenga en cuenta pues como rezaba alguna pancarta… si se para el campo… sin agricultores y ganaderos… no hay alimentos.
Parece que con el virus no se ha paralizado del todo nuestra capacidad de protesta, de enfado, de movilización, de justicia. Y esta semana, aunque sepamos que algunos temas tengan que resolverse en los despachos europeos, nos hemos dado cuenta de que la protesta en la calle nos mantiene vivos. De hecho es esa protesta y sólo esa la que también será capaz de parar una guerra en la que los esfuerzos diplomáticos no lo son ni lo serán todo al fin y al cabo.
Los agricultores, los ganaderos, los camioneros, quieren dignidad y eso pasa necesariamente porque todos nos demos cuenta de que quizá el valor de las cosas que tenemos, que compramos, que consumimos, no es real pues se basa en una injusticia que señores con corbata (curiosamente casi siempre hombres) han pactado previamente.
Esta semana hasta la guerra se ha callado un poco tras las protestas justas de camioneros, agricultores y ganaderos que sólo piden un poco de dignidad cuando además sin ellos… pocas cosas funcionarían en este país, la verdad.
Mañana posiblemente algunos productos del campo no lleguen a las tiendas, algunos productos lácteos no lleguen a los mercados, algunos agricultores pierdan el trabajo de la semana, algunos ganaderos incluso tendrán que sacrificar alguno de sus animales. Mañana quizá los clientes de los supermercados, los clientes de las tiendas, los trabajadores de algunas cadenas de producción empezarán a hablar de lo que ocurre, a entender lo que se pide y a vivir pensando en quienes pocos piensan.
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