La última idea de nuestros políticos es la elaboración de una cesta de la compra básica para que las grandes cadenas de alimentación engañen a sus clientes con los precios bajos de la misma mientras sus estrategias de venta les incitan, sin saberlo, a comprar de todo lo demás, lo que para nada es básico, para que al final la cuenta de beneficios sea positiva. Muy positiva.
Las grandes cadenas de alimentación han salido reforzadas de estos años convulsos, y siguen reforzándose ante noticias alarmantes que hacen que todos o casi todos se refugien en sus lineales que ahora aparecen como grandes filántropos a pesar de que cada vez sus cuentas de resultados sean mayores. Y mientras siguen silenciosamente bajando los precios a sus proveedores, a sus transportistas, pequeños autónomos que una vez más están pagando las consecuencias de una crisis mientras las medallas se las llevan los que están sentados en sillones de piel observando sus lineales como inversiones seguras y siempre ganadoras.
Siguen abriendo supermercados non-stop, capaz de acabar con cualquier pequeño comercio a pesar de que los más pequeños sigan siendo más honestos con lo que venden, con su calidad, y con su procedencia.
Quizá más que hablar de cesta básica tenemos que hablar de alimentos básicos, de productos saludables, de frutas y verduras de temporada, de menús sostenibles y ricos, de productos integrales, de productos poco procesados… porque ¿desde cuándo las legumbres son caras?, ¿desde cuándo las frutas de temporada son inaccesibles?, ¿desde cuándo es necesario comer carne todos los días para estar sanos y bien alimentados?
Si te paras a pensar lo que llevan muchos carros cargados hasta los topes y por los que no se pagan menos de 150 euros… te asustas a veces. En época de crisis deberíamos volver a hablar de nutrición, de alimentación saludable, de aprovechamiento en la cocina y… sobre todo deberíamos animar a cocinar, pues es la forma más económica de salir adelante en tiempos de crisis.
Las cestas básicas para todos… son un engaño, un espejismo. ¿Cómo es posible pensar que alguien que aparca un coche de más de 40.000 euros pueda entrar a comprar su cesta básica sin que se le caiga la cara de vergüenza, a costa del bolsillo de todos? Pues esto que ya está ocurriendo en Francia… puede que lo veamos dentro de poco en nuestro país.
Las grandes cadenas de alimentación tienen grandes márgenes a costa de sus proveedores a veces y gracias a quienes caen en la trampa de sus lineales diseñados para comprar incluso aquello que no se necesita.
Es posible comer de forma más equilibrada y sana gastando mucho menos de lo que estamos gastando y sin caer en la obligación de entregar nuestro dinero sólo a los más grandes, sin caer en el engaño de que porque una serie de productos de la llamada cesta básica estén más baratos o simplemente lo parezca, vamos a gastar menos sin cambiar nuestros hábitos, nuestros menús, nuestras rutinas.
Desde hace unos años vivimos momentos complicados para muchos y quizá por eso se debería estar hablando mucho más de alimentación, de cocina, de productos de proximidad y saludables, de alimentos poco o nada procesados, de alternativas a las carnes y los pescados… deberíamos estar hablando y educando más, escuchando a nuestros mayores y entendiendo que el momento nos está pidiendo a gritos un cambio… en nuestra cesta de la compra diaria.
Legumbres y cereales locales y verduras y frutas de temporada son la base de una cesta equilibrada, nutritiva y económica.