Y el agua no llega

Llevamos ya dos meses del año 2022, se nos va el invierno, y el agua no llega. Plantadas muchas de las semillas de secano y el agua no llega para germinarlas. Mientras la mayoría nos felicitamos por las altas temperaturas que hacen que estemos viviendo una primavera adelantada… los agricultores y agricultoras de nuestro país están rezando a todos los dioses para que llegue el agua para poder sacar adelante los cultivos con el objetivo de darnos de comer.

En la agricultura el beneficio económico es importante, aunque algunos dirán que en estos momentos el 90% de los cultivos están asegurados… pero es mucho más importante que la tierra germine las semillas que después darán sus frutos para poder alimentar a otros, para poder dar vida a muchos, para poder gozar del trabajo bien hecho, no porque nos haya dado dinero o beneficios, sino porque sus frutos, la finalidad de todo agricultor, llegue a su fin.

El calentamiento global, el cambio climático, el cambio en general… está ahí no para registrar temperaturas nunca registradas, sino para hacernos cambiar nuestra forma de cultivar, nuestra forma de comer o nuestra dependencia de otras latitudes para nuestro día a día lo que irremediablemente acarreará una subida de precios nunca vista.

Mientras observamos cómo todo sube: los combustibles, los fertilizantes, los salarios, los recambios, los suministros…. no vemos subir de la misma forma los precios de los alimentos, por ejemplo… antes notaremos que suben los precios de los coches, de los pisos, de la tecnología… que vemos subir los precios de los alimentos… aunque todos sabemos que esto se debe a unas pérdidas históricas en el primer eslabón de la cadena que es ese agricultor o esa agricultora que nosotros en Bio Bio tenemos la suerte de conocer.

El agua no llega y empezamos a ver con pesimismo el año 2022, un año en el que todos esperamos salir de la llamada pandemia de una vez… pero que puede que nos sumerja (aunque quizá no es la mejor palabra en este momento para reflejar la situación actual) en una crisis más dramática y puede que más difícil de gestionar también que es la de la sequía y sus consecuencias en un país productor de alimentos, necesitado de agua de riego, de piensos para sus animales… habrá que tener cuidado.

Se nos va el invierno y el agua no llega a nuestros campos, no llega a nuestros ríos, no llega a nuestros embalses y es como si toda la naturaleza se volviera un poco loca.

Seguro que los que vivimos en las urbes tenemos algo de responsabilidad en todo esto que está ocurriendo, los que consumimos alimentos envasados, los que todavía no usamos energías renovables, los que usamos el coche absolutamente para todo, los que no sabemos ni lo que es un alimento de temporada, los que vivimos por encima de nuestras posibilidades… pero no sé si nos damos cuenta de que muchas veces los que más lo sufren son aquellos que consumen los alimentos que cultivan, usan la energía justa, viven en la España más despoblada, apenas saben lo que es el turismo y viven muy por debajo de sus posibilidades. La vida a veces es así de injusta y a pesar de todo… el agua no llega.

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