El precio real de las cosas

Cuando pensamos en el valor que tienen las cosas normalmente nos viene a la mente el precio, el coste para quien adquiere el producto, también nos viene a la mente cuestiones relacionadas con la importancia del producto que adquirimos, importancia que no siempre tiene relación con el precio real… más bien nunca tiene mucho que ver con el precio real. Pero pocas veces pensamos en una realidad de la que habló Henry David Thoureau, un filósofo estadounidense de comienzos del siglo XIX, autor de Walden (una obra que narra la relación de su autor con la naturaleza durante los dos años, dos meses y dos días que tardó en escribirla en una cabaña que él mismo construyó y donde vivió durante ese tiempo en soledad y en auténtica relación con la naturaleza) que dijo que el precio real de las cosas es la cantidad de vida que entregas a cambio.


El precio obtenido a partir de la vida que se entrega a cambio podría tener relación con los recursos de la naturaleza necesarios por ejemplo para elaborar un kilo de carne (cantidad de agua, de pastos, de mano de obra…), o los recursos necesarios para embotellar un litro de leche (la cantidad de pastos y también la mano de obra, las familias que hay detrás de una explotación ganadera…), o los recursos necesarios para elaborar un pantalón vaquero (las personas que en diferentes países han colaborado, los tintes que han contaminado tantas aguas, el algodón plantado, recolectado, recogido…)

El precio de las cosas de nuestros bienes de consumo, sería muy diferente, tendría otro valor y se valoraría de manera muy diferente. Vivimos en un mundo en el que todo es de usar y tirar, y aunque no queramos nos meten en esa dinámica al no encontrar repuestos, al descubrir asombrosamente que una reparación es más cara que una reposición aunque en este caso nadie se para a pensar qué pasa con toda la basura que estamos generando.

El precio real de las cosas… debería estar marcado por quienes producen y no por los mercados, por quienes fabrican y no por los consumidores, por la cantidad de vida que hay detrás y no por un supuesto valor de mercado que sube y baja según las modas, los ‘likes’ o la opinión de este o aquel famoso o influencer que se ha fijado en ese o aquel producto.

Hay quienes piensan que los productos ecológicos son simplemente más caros que los demás, nosotros pensamos que su precio está más cerca de la cantidad de vida que se ha entregado a cambio para su elaboración, la cantidad de agua, la energía, los embalajes, la mano de obra…

El año 2022 va a ser un año difícil en cuanto a precios, todos los analistas auguran una gran subida de muchos precios y entre ellos de los precios de los alimentos. En el sector ecológico creemos que la subida no será tan acusada pues estamos más cerca de la realidad, quizá por ello nuestros productores de aceite hace tiempo que no suben los precios, ni los de manzanas, ni los de verduras… porque el precio lo vienen marcando desde hace tiempo como decía Thoureau… por la cantidad de vida, de recursos, de energía, de gastos reales y personales  necesarios para que esos productos puedan llegar, por ejemplo, hasta tu tienda ecológica en Zaragoza.

La alimentación ecológica lucha por dar a conocer el precio real de las cosas, de la leche, de la carne, de la verdura, de las conservas… un precio que es el que es y a partir del cual nuestros consumidores ecológicos montan su menú, su cesta de la compra, su día a día… y nunca al revés.

Thoureau fue también el autor de ‘Filosofía de la desobediencia civil’ basado en la no violencia (Ahimsa), que influyó en las ideas políticas de varios líderes espirituales cristianos e hinduístas como León Tolstói, Martin Luther King o Mahatma Gandhi… ahí es nada.

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