La agricultura ecológica

El movimiento de la agricultura ecológica no surgió por casualidad. Gracias a una conjunción de iniciativas que tuvieron médicos, pensadores, agrónomos, consumidores y agricultores en la década de 1920, surgieron nuevas corrientes de pensamiento basadas en la ética y en el concepto de la ecología. Este fue el inicio de un modo alternativo de practicar la agricultura que vendría a convertirse en la corriente de agricultura ecológica que conocemos hoy.

El filósofo austríaco Rudolf Steiner expuso su concepción de una agricultura que produjera alimentos ecológicos, en junio de 1924; el bioquímico y agrónomo Erhenfried Pfeiffer que ‘a prior’ cuestionaba los métodos de la agricultura moderna fue quien desarrolló sus tesis y así nació la que se denominó corriente ‘biodinámica’ que hoy también practican algunos agricultores, los más convencidos, y algunas marcas que conocemos en nuestros lineales como Machandel.

En 1930, un político suizo llamado Hans Müller fue el primero que abogó por dar autonomía a los productores, se opuso a la agricultura tradicional y propugnó la conservación y cuidado de los suelos de cultivo. Se lo considera el ‘padre espiritual’ de este tipo de agricultura. Diez años más tarde, el agrónomo inglés Albert Howard publicó sus teorías sobre la fertilidad del suelo y la necesidad de emplear abonos naturales para preservar su salud.

Estos cambios de mentalidad dieron origen a dos tipos de movimiento agrícola diferentes: uno vinculado a actividades económicas que abastecen a los productores de insumos más respetuosos con el medio ambiente y acordes con los valores campesinos (el método Lemaire-Boucher, basado en el uso de un alga calcárea llamada lithothamne) y el otro fue un movimiento asociativo de agricultores y consumidores.

A partir de los años 70 el desarrollo de la agricultura ecológica se disparó, gracias a la aparición de nuevas corrientes de ideas y de que el mundo se enfrentó a grandes cambios sociológicos, como la resistencia a la sociedad de consumo y la toma de conciencia de que los recursos del planeta son finitos, a lo que se sumó la crisis del petróleo.

En 1972 aparecieron las primeras especificaciones que apuntaban a definir las prácticas que debían regir a la agricultura orgánica y que fueron establecidas por las diversas asociaciones existentes en todo el mundo, aunque los pioneros en lo que se refiere a legislación fueron los franceses.

A comienzos de los años 90, la Unión Europea adoptó un reglamento que incorporaba los principios y definiciones de los textos legislativos de los franceses, aplicable a la producción de vegetales y en agosto de 2000 el mencionado reglamento se hizo extensivo a la producción ganadera.

A día de hoy la agricultura ecológica finalmente se promueve y reconoce en toda Europa, facilitando su comercio y dando cuenta de sus características en el etiquetado. Los productos orgánicos que cuentan con la certificación de alguna de las naciones miembros de la UE se pueden comercializar dentro de toda la Comunidad.

La aprobación del primer Reglamento de la Denominación Genérica ‘agricultura ecológica’ en España surge en 1989, al igual que su Consejo Regulador. El mencionado Consejo comenzó en 1991 a ejercer como tal, contando apenas con unos 200 afiliados, que vieron un futuro halagüeño en la producción de alimentos ecológicos.

De este modo, esta corriente que se consideraba una opción ‘alternativa’, pasó a denominarse oficialmente ‘agricultura ecológica’, lo que permitió que se aprobaran especificaciones que rigieron a nivel nacional y se buscaron herramientas que permitieran dar a conocer estos productos y el beneficio de su consumo a los consumidores.

Hoy la producción de alimentos ecológicos en cada comunidad autónoma ha tenido una aceptación y evolución diferentes encontrando a veces más salida en el mercado internacional que en el nacional. Es muy normal encontrar productos ecológicos en casi todos los supermercados, aunque somos las tiendas especializadas las que promovemos en exclusiva esta corriente ecológica y no aceptamos ningún producto que no se haya elaborado con esa filosofía promoviendo así un nuevo tipo de consumidores que tienen una relación diferente con la tierra, con el medioambiente, con el planeta.

Texto aparecido en Ecoticias

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